¡Abajo el Toblerone!

Retomo una vez más el blog, y ya van 3.158 veces, para continuar un debate que empezó en Twitter, y como me gustan más los debates que al gobierno los recortes (acabo de pagar un euro más por el tren en el que voy) aquí va el tochopost inexcusable.

El objeto del debate no era otro que el futuro del “Toblerone”, un gigantesco silo de mineral en ruinas ubicado en mitad de la ciudad de Almería. Las últimas noticias apuntan que se derruirá para construir bloques de vivienda de 12 a 14 plantas, en respuesta a las cuales ha surgido un grupo en Facebook llamado “Salvemos el Toblerone”.
Mi opinión: ese coloso grotesco, desvarío urbanístico, monstruosidad paisajística, tumor maligno,… debió ser derruido hace años. Afortunadamente todavía estamos a tiempo de enmendar el error. Y voy a argumentarlo que si no esto pierde la gracia.

Lo primero es que es una aberración. No hay mejor sitio para una nave industrial (que es un puto silo de mineral joder) que como telón de fondo de la estación de tren (una de las cosas más bonitas que tenemos en Almería) y a 200 metros de la línea de costa y el puerto deportivo. No es que no forme parte de la imagen de la ciudad, de hecho es muy reciente, no llega ni a los 50 años, sino que es un elemento totalmente descontextualizado y ajeno al resto de los edificios de su entorno, véase ejemplo.

Y que nadie se olvide de que está en ruinas. Es un edificio, por llamarlo de alguna forma, hecho casi íntegramente de metal y al lado del mar, así que tras 15 años de desuso y algún incendio que otro… lo que queda son cuatro chapas a punto de venirse abajo y aplastar a algún pobre indigente. Evidentemente tal y como está es un peligro constante, hay quien habla de rehabilitarlo, pero es propiedad privada, sus dueños que decidan si quieren rehabilitarlo. ¿Cuánto costaría rehabilitar semejante bicho? Está a punto de derrumbarse, que de hecho hace unos años desmontaron algunas partes por el peligro que suponían así que habría que empezar a poner billetes encima de la mesa. Billetes públicos, que si no se ha rehabilitado por algo será.

Conclusión: gastar un montón de dinero en mantener un monstruo visual en medio de la ciudad no es algo que me guste.

Vale, lo echamos abajo ¿y ahora qué? He escuchado propuestas que van desde un centro social (rehabilitándolo o no), hasta parque o un palacio de congresos. Primero hay que ver las necesidades de la ciudad y mucho más de la zona en concreto. Esta prácticamente al lado del parque urbano más grande de Almería, las Almadrabillas, un parque al que por cierto no va ni dios, y no me digáis que es porque es de cemento que al Nicolás Salmerón, que hasta hace dos días era de tierra, tampoco iba nadie y dejemos el tema de los parques de césped-cemento en zonas desérticas que eso da para otro tochopost. Comprar un terreno gigantesco para hacer un parque al lado de otros parques a los que no va la gente no parece buena idea. Hagamos un centro social entonces, perfecto, ¿y con el resto del espacio? ¿o montamos un centro social del tamaño del Camp Nou? Lo digo más que nada porque al otro lado de la acera hay un complejo deportivo municipal con pabellones, piscinas cubiertas, gimnasios y demás, al otro lado de las vías del tren está el Museo de Arte de Almería, un poco más arriba el Museo Arqueológico de Almería y a 3 minutos también está la mayor biblioteca pública de la provincia. Cada cosa de las anteriores mantiene su propio circuito de exposiciones, conferencias, actividades culturales, etc. ¡Ah! También hay a 100 metros escasos un centro social para pensionistas, otro para gente con síndrome de down y linda directamente con dos colegios. Aquí tenéis un mapilla chapucero con algunas de los servicios que hay por la zona. A ver qué coño ponemos ahí que no haya ya algo igual cerca…

Pues muy fácil, hay que poner gente. Gente que vaya al parque, que no coja el coche para ir al centro o para dejar a los niños en el colegio y que haga uso de los servicios que ya hay. Las ciudades son para la gente, no podemos llenar el centro de servicios y dejar que la población se vaya a vivir a las afueras, que es lo que hacen los americanos con esos barrios tan bonitos de casas con jardín. Bueno, podemos hacerlo, pero cuando se llene todo aún más de coches y polución no protestéis.

También hay quien dice que más vivienda para qué, si ya hay edificios vacíos y sólo van a servir para que se lucren los constructores. Lo primero es que ambas opciones son contraproducentes, si se lucran los constructores es porque han vendido los pisos. Y si los venden será porque hay quien los compra, y no creo que a estas alturas de la película haya nadie tan gilipollas como para comprar un piso pensando en venderlo por más dinero. Así que si aparece algún valiente dispuesto a invertir en construir que lo compre y empiece, y si se arruina o se forra será su problema, aunque entre medias, la legislación le obligará a construir un 15% de vivienda protegida y dejar espacio para zonas verdes y usos públicos (como un centro social por ejemplo).

¡Ah! Se me olvidaba, cuanta más gente meta (más altos sean los edificios) mejor, cuanto más concentrado sea el poblamiento más sostenible es.