sábado, 23 de mayo de 2009

La aventura de la lavadora

La de hoy es otra de esas historias que me pasan y que merecen quedar reflejadas en algún sitio y de paso a ver si me lee algún diseñador de lavadoras y toma nota (cosa altamente improbable).

En primer lugar tengo que decir que de las cosas de la casa las hago todas excepto una. Poner la lavadora. Evito acercarme en la medida de lo posible a ese endiablado cacharro. Pero el caso es que esta vez me por circunstancias que no vienen al caso tenía que ponerla y encima no podía contar con la inestimable ayuda materna.

"No puede ser tan difícil pensé". Gran error, las lavadoras son el cacharro menos intuitivo, si quitamos los videos VHS. En una primera aproximación hay 3 botones, dos ruedas y cuatro cajetines. Empiezo a ver para qué sirve cada cosa, porque a saber donde andan las instrucciones. Los cajetines, necesitaba uno para el detergente y otro para el suavizante por lo que me sobraban dos. En teoría deberían de ser fáciles de identificar, pero en vez de poner al lado del cajetín la sustancia que debe contener pone una serie de misteriosos signos: una especie de asterisco, un triangulito que pone CL, una I y otro II. ¿Dónde hay una piedra Rosetta cuando se necesita?
Ante la imposibilidad de descifrar los jeroglíficos y el fracaso del racionalismo al estilo cartesiano decido recurrir al empirismo. Es decir, pegar la nariz a los cajetines y ver cual huele a suavizante. El experimento funciona y localizo el cajetín del suavizante, pero el detergente sigue siendo un problema.

Se empiezan a acabar las opciones y recurro al comodín de la llamada y telefoneo a un amigo que es la versión almeriense del mayordomo de tenn aunque con menos pinta de modelo de profesional. Malas noticias. Cada lavadora tiene los cajetines en un sitio distinto (gracias por no estandarizarlas, así es más emocionante). Agotado el comodín de la llamada y seguía sin saber que cajetín era el del detergente. Solo queda rezar y esperar la inspiración divina. Así que como buen guglista enciendo el ordenador y a ver que nos dice google sobre poner lavadoras. Mis plegarias son escuchadas y respondidas en forma de blog : "Cómo poner la lavadora, en más o menos 13 pasos".
Consigo por fin descifrar los jeroglíficos de los cajetines, ahora solo queda seleccionar el programa de lavado. Continúo tratando de identificar la función de los botones y ruedas. El de encendido es el más grande, de eso no cabe duda, pero a su lado hay otros dos sus respectivos jeroglíficos. En uno de ellos aparece una especie de espiral tachada. La espiral probablemente será el centrifugado, ¿Pero por qué poner una tecla para NO hacer una función? ¿No sería más lógico un botón para realizarla? A la otro botón no le hice caso, no lo había visto nunca pulsado así que no debía de ser importante.

Quedan las roscas, una de ellas para la temperatura (por fin un símbolo universalmente conocido), la otra en cambio recordaba a un calendario azteca. 16 malditas posiciones posibles, cada una con su respectivo jeroglífico.

Lo siento pero llegados a este punto debo introducir mi reivindicación:
Señores fabricantes de lavadoras las ruedas son para controlar magnitudes como la temperatura, presión, tiempo, etc. Para seleccionar opciones que no tienen nada que ver con las magnitudes se usan botones o palancas. Que más que un electrodoméstico parece una caja fuerte que hay que abrir introduciendo la clave escuchando los crujidos de la infinitamente odiada ruedecita.

Al menos esta vez hay una leyenda en la parte superior en la que se traducen los jeroglíficos a demótico, pero eso sí, no le van a quitar la emoción de descubrir para que sirve cada uno escribiéndolo ahí.
La variedad de posibilidades es a veces horrorosa. ¡Si yo solo quiero lavar la ropa y hay más programas que en la TDT!
Sin ganas ni tiempo para adivinar que era cada cosa decidí jugar a la ruleta de la fortuna y seleccionar uno de los jeroglíficos de la nunca suficientemente denostada ruedecita. Pongo en marcha la lavadora y comienzan los ruidos extraños, aunque tratándose de una lavadora creo que es lo menos extraño que puede hacer. Pero ¡Sorpresa! ¡La abominable ruedecita comienza a girar sola conforme pasa el tiempo!

De nuevo toca hacer una reivindicación:
Señores fabricantes de lavadoras: Una rueda, palanca o botón debe cumplir una única función. Así que no, no me vale reutilizar la execrable ruedecita de los programas para indicar el tiempo. Y si lo hacen, al menos indíquenlo, que no haya que descubrirlo al ponerla en marcha.

Al final la aventura de la lavadora terminó con un aceptable fracaso ya que al menos la ropa mantiene su color original.
Pd: No voy a hacer ningún comentario sobre la secadora, únicamente debeis de saber que es del mismo fabricante, y sí, también tiene una ruedecita del demonio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja, muy bueno pero se te ha olvidado decir por que querías poner la lavadora y en una ciudad pequeña todo se sabe. ¡Como te pones con el picante!

Juanfra dijo...

juajuajuajuajuajuajua eres la polla a Paco!!!! vamos a ver si ya te dije donde iba el detergente y el suavizante!!!!!! las otras ruedas son el programa del lavado y tenias k haberlo dejado donde estaba xD además, ¿por qué no dices el motivo de la lavadora? ¬¬ picante no?? xDDD

Pablo dijo...

Jajaja!!!!

Paco, la mejor entrada de todas las que has escrito.

No te puedes imaginar lo que me he podido reir leyendola.