La isla desaparecida

Todos hemos escuchado algún cuento de islas que aparecen y desaparecen, se mueven y hacen enloquecer a marinos y cartógrafos, lo curioso es que no son siempre fantásticas.

El caso de Ferdinandea es realmente curioso. Esta isla al sur de Sicilia fue creada por el volcán submarino Empédocles, del que parece ser que hay actividad documentada durante la primera guerra púnica, el siglo XVII y en el XIX.
El caso es que en julio de 1831 el volcán vuelve a entrar en erupción y crea la susodicha isla de la nada. La isla al parecer llegaba a los 64 metros de altura y tenía una extensión de 4 Km².
Una isla en medio del Mediterráneo con una posición estratégica privilegiada era muy suculenta para las diferentes potencias. El 2 de agosto los ingleses colocaban su bandera y reclamaban la isla Graham, como la llamaron, para Gran Bretaña. Fernando II de Borbón, rey de Dos Sicilias, tampoco quiso quedarse atrás y mandó una pequeña escuadra para reclamar Ferdinandea (hubiera sido más fácil isla Fernanda;). El 29 de septiembre ya estaban allí los franceses plantando la baderita y llamándola isla Julia. Y los españoles algo más perezosos se habían limitado a reclamarla también para sí pero desde casita, que no era cuestión llenar la isla de banderas.

Ya tenemos la crisis diplomática liada, pero cuando en diciembre del mismo año los británicos vuelven a ver como marchaba su nueva isla se encuentran con que ha desaparecido con todas las banderitas. La actividad sísmica había cesado y el volcán había vuelto a hundirse en el mar resolviendo el conflicto.

Desde entonces ha inspirado a escritores como Alejandro Dumas o Julio Verne y permanece a 6 metros bajo el nivel del mar, llegando a ser confundida con un submarino y bombardeada. Quien sabe si dentro de unos años volverá a emeger de entre las aguas...