martes, 3 de enero de 2017

A Mar

A todos nos ha pasado que, en un momento de ensimismamiento, pasamos de repente a ser conscientes de la profundidad de un cuadro, la belleza del árbol del final de tu calle o sencillamente de la calidez de los rayos del sol una mañana de primavera. Ahora imaginad a alguien que es permanentemente consciente de toda la belleza que la rodea, que es capaz de ver la vida desde esos pocos segundos de consciencia que, con excepcionalidad, se nos conceden a los demás. Esa era Mar. Decir de ella que era una chica brillante y encantadora se queda tan corto que es casi una mentira. Era una persona tan fuera de lo común que resulta difícil de describir con las mismas palabras que usamos para los demás. Uno de mis amigos contaba que, sin conocerla, le llamó la atención en un concierto en el que tocaron bandas sonoras de películas conocidas. Se quedó impactado de ver cómo se emocionaba con la música hasta el punto de llegar a llorar con casi cada canción. Pero la anécdota que guardo con más cariño de ella es cuando la conoció otro de mis amigos una noche que habíamos salido un grupo de tapas. Recuerdo verlos empezar a hablar y, cinco minutos después, mirarlos ver a mi amigo con cara de estar mirando una aura boreal mientras ella hablaba. Y con esa misma cara pasó toda la noche mientras iban saltando de un tema de conversación a otro durante horas. Jamás lo había visto así. Cuando al final de la noche nos despedimos todavía le brillaban los ojos. Conocerla era pasar de una habitación a oscuras a abrir un balcón al mar que tanto le gustaba y que le daba nombre.
Hoy ronda mi cabeza aquella vieja pregunta de si hace ruido un árbol que cae en medio de un bosque si no hay nadie para escucharlo. ¿Son bellas las cosas aunque no haya nadie que las aprecie? Espero sinceramente que así sea. Quiero pensar que su paso por este mundo sirvió para hacernos a los demás conscientes de ello y que no se le puede hacer un homenaje mejor que seguir maravillándonos con lo que nos rodea aunque a los que la conocimos hoy el mundo nos parezca un poco más feo. Que la tierra le sea leve.

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