martes, 12 de agosto de 2014

El mariposario

Siento tener que escribirte esto pero tengo malas noticias, apenas quedan ya mariposas. Hace un par de meses encontré a en el suelo a nuestra favorita, aquella grande de color azul eléctrico que siempre volaba cerca del techo del mariposario. Con mucha pena la recogí y la guardé en una cajita. Días después desapareció la pareja de las alas rojo anaranjado que volaban siempre juntas y revoloteaban alrededor de cualquiera que entrase en el pequeño recinto. A una de ellas la encontré moribunda poco después en un rincón y también la recogí. Esa noche hubo una fuerte tormenta y al revisar el mariposario la mañana siguiente fue cuando me dí cuenta de que la bisagra de una de las ventanas del techo acristalado se había roto dejándola abierta. Debía de estar así antes de la tormenta pero no me había dado cuenta porque desde que recogí a la mariposa azul había dejado de mirar al techo para encontrarla. A partir de ahí la cosa fue a peor, arreglé la ventana pero durante la tormenta había bajado mucho la temperatura del mariposario y murieron algunas más. Las plantas también lo sufrieron y las de climas más cálidos se helaron, supongo que fue por eso por lo que siguieron cayendo mariposas durante semanas.

Del torbellino de colores que se formaba al entrar ahora solo quedan para recibir al visitante las pequeñitas de alas amarillas, que son autóctonas de la zona y han aguantado mejor. Hace tiempo que tampoco veo la de color verde vivo que se camuflaba entre las hojas, no se si sigue viva o ha desaparecido como las otras. Las que he podido ir recogiendo las he guardado en una urna de cristal como si todavía estuviesen vivas para que así al menos nos quede un bonito recuerdo de la colección que llegamos a tener. Quizás algunas hayan dejado huevos y vuelvan a salir en primavera pero ahora mismo trato de evitar pasar por allí más que lo imprescindible. Habiéndolo conocido con tantos colores ahora me parece un sitio triste y monótono.

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