lunes, 20 de abril de 2009

Arqueólogos y caracoles

Hoy en una de las clases se estaba tratando el tema de la domesticaciónde plantas y animales.
El caso es que se mencionaban los casos típicos de domesticación, como son el perro, la oveja, la cabra, etc. Evidentemente son los animales de los que tenemos evidencias arqueológicas de domesticación. Quedan los huesos con los que podemos saber si son especies domesticadas o no. De la misma manera podemos ver las plantas que han sido domesticadas antes, aunque ese es otro tema.

En este punto me surge la duda. Estos animales requieren un proceso realmente difícil de domesticación, es necesario capturar a estos animales y aprender a mantenerlos vivos y en cautividad. Pero al final tendremos un interesante aporte de proteínas. Ahora bien, hay otras fuentes de proteínas que por nuestra cultura no estamos tan acostumbrados a comer, pero que para muchas sociedades de cazadores-recolectores suponían la mayor parte de las proteínas de su dieta. Me estoy refiriendo a animales más pequeños, mucho más fáciles de capturar y criar en cautividad. Tan fácil que hasta un niño podría hacerlo.

Un ejemplo son los caracoles. Recolectarlos y mantenerlos en un recinto y llevarles comida no entraña ninguna dificultad, de hecho yo mismo tuve una pequeña granja de caracoles de pequeño. Y al igual que los mamíferos más grandes producen un aporte alimenticio interesante. De hecho hay constancia de su consumo en la Edad del Bronce.
Los caracoles dejan un resto que puede quedar en el registro arqueológico y ser estudiado, pero si en vez de caracoles se hubiesen domesticado algún tipo de gusanos o insectos sin llegar a crear una nueva especie a partir de esa domesticación por falta de continuidad en el tiempo...
A pesar de la repugnancia que nos producen las cucarachas se alimentan de casi todo, por lo que únicamente necesitan los desperdicios y en algunos lugares las consideran una exquisitez. Y esta vez no dejan huella alguna en el registro arqueológico.

Resulta curioso como estos animales más pequeños si han sido tenidos en cuenta en la arqueología sobre todo los que no se consumen directamente. El ejemplo es la domesticación del gusano de seda que podría haberse producido en el 3.000 a.C y del cual nos quedan los restos de seda, o la de las abejas para obtener miel.
Quizás habría que buscar un poco más a fondo en las excavaciones arqueológicas dejando a un lado nuestros prejuicios occidentales. O quizás simplemente no se domesticaron, quien sabe.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja, ya tienes tema para hacer tu tesis xDD

Baluar dijo...

Yo también le comenté lo mismo. Lo malo es que no se encuentren restos de estos animales en contextos arqueológicos y con muestras de haber sido comidos...

mauricio dijo...

Justo estaba buscando esta información, ya que hace unos años leí un libro sobre historia de la comida donde decían que si había evidencia arqueológica de la domesticación de caracoles y que fue de hecho anterior a la de otras especies. Seguiré buscando la referencia y te la paso.

mauricio dijo...

Aquí esta: Toussaint-Samat, M. (1987). Historia natural y moral de los alimentos. La carne, los productos lácteos y los cereales. El libro de bolsillo. Alianza Editorial.

Paco dijo...

Muchísimas gracias Benjamín. Trataré de hacerme con el libro para echarle un vistazo que parece interesante.